CÓDIGOS DE ÉTICA DE FUNCIONARIOS PÚBLICOS EN CHILE.

CÓDIGOS DE ÉTICA DE FUNCIONARIOS PÚBLICOS EN CHILE.
Patricio Orellana Vargas
El desarrollo de Códigos de Ética de los funcionarios públicos están empezando a desarrollarse en diversos países, como informa el Sr. Moreno en su recopilación de la base de datos del CLAD. Sin duda su  importancia es muy grande para definir con precisión y sencillez los valores que deben imperar en el servicio público. Me parece que un buen modelo es el Código de ética de los funcionarios federales de los Estados Unidos, es preciso, breve y sustancial.
En Chile no hay un código de ética para los funcionarios públicos Existen muchas normas dispersas en los Estatutos Administrativos de los Funcionarios Públicos, en el Estatuto Administrativo de los Funcionarios Municipales, en la Ley General de Bases de la Administración Pública y recientemente en la Ley sobre Probidad Administrativa aplicada a los Órganos del Estado (Ley 19.633 del 14 de diciembre de 1999).
Esta áltima ley es un franco retroceso porque cambia una norma tradicional de la Administración Pública chilena: la prohibicion de “solicitar, hacerse prometer,o aceptar, en razón del cargo o función, para sí o para terceros, donativos, ventajas o privilegios de cualquier naturaleza”.
Esta disposición legal era el fundamento de la teoría del cero absoluto, que declara que hay probidad sólo cuando la corrupción es cero.
Ahora se derrumba esta teoría porque se declara en la nueva ley que hay excepciones: “donativos oficiales y protocolares, y aquellos que autoriza la costumbre como manifestaciones de cortesía y buena educación”. Naturalmente que con esta disposición se abren tres enormes brechas a la probidad.
Además, esta ley proclama la transparencia, pero establece procedimientos tan engorrosos, con intervención de los tribunales de justicia (que en Chile funcionan con una lentitud de décadas, no de años).
Esta ley introduce modificaciones en una gran cantidad de leyes y creo que provocará un caos administrativo, por ejemplo, deberían renunciar todos los funcionarios que tengan parentesco con un nuevo
ministro.

Sin embargo hay algunos intentos de códigos de ética en ámbitos más restringidos: En 1997, en el Congreso Nacional de Alcaldes y Concejales (Municipales), se preparó un Código de Etica y Relaciones Municipalidad-Proveedores. Este Código ha sido aprobado por varias municipalidades, pero se refiere al limitado aspecto señalado por su título.

Desde la sociedad civil hay numerosos códigos de ética profesionales, los que no tienen vigencia legal y son de los Colegios de profesiones como médicos, ingenierios, veterinarios, etc. Sin embargo, el Código de Ética del Colegio de Administradores Públicos afecta a estos profesionales en su labor en el sector público. También existe otro Código de los funcionarios que trabajan en el área de la informática, pero es una mera proposición preparada por interesados en le tema.
Finalmente, en las carreras de Administración Pública y en los cursos de capacitación de funcionarios públicos se realizan, como ejercicio meramente pedagógicos, la confección de Códigos de Ética de la Municipalidad o del Servicio analizado.
En Chile existe un clima de complacencia en materia de ética pública, los índices de Transparency International colocan a Chile en un lugar muy positivo, de manera que los directivos públicos
se sienten muy satisfechos y no apoyan innovaciones como los códigos de éticas, porque, argumenta, que si estamos tan bien, para qué hacer cambios.
Hay otros que creen que la corrupción es hipócrita y solapada, pero que existe masivamente, especialmente en el no cumplimiento de las funciones y deberes de los funcionarios. Además hay casos que son
records mundiales: Un funcionario de CODELCO (productora de cobre) hizo perder a esta empresa del estado unos 200 millones de dólares, a cambio de lo cual cobró unos 12 millones de dólares en coimas.
Quizás un código de ética en CODELCO podría haber inhibido la acción de este funcionario, que se amparó
en la ausencia de normas claras y de controles efectivos.
Patricio Orellana
Profesor de Ética de la Universidad Central de Chile